Ejemplos

En estos ejemplos vemos cómo la palabra se ha transformado en un excitante doloroso. Veamos un ejemplo de la vida diaria. Es muy común que las madres asusten a sus hijos con el doctor. "Cuando venga el doctor te va a dar una inyección para que te portes bien". Un día ese niño necesita recibir una inyección y basta ver la jeringa o al doctor para que se ponga a gritar de dolor. Se le ha creado, de tanto repetir la amenaza, la sensación dolorosa y el niño sufre ya antes de ser pinchado. Y bien: en la embarazada pasa algo similar. Ni en la escuela, ni en el liceo, ni en su hogar, se le enseña la evolución del ciclo sexual ni el mecanismo de la reproducción del hombre. Aprende al detalle la reproducción de los protozoarios y casi todos los demás animales o plantas. Pero del género humano, nada. La enseñanza de reproducción humana es tabú. Si alguna vez a ustedes le han dicho algo al respecto, seguramente que lo han hecho en una forma velada, "disfrazada", separando en la clase a los varones de las niñas, creando alrededor de este problema una idea misteriosa y vergonzosa, dando a entender que mejor es no hablar de ello. Y es así que las primeras nociones sobre menstruación o embarazo, las recogen ustedes de otras niñas mayores y en una forma incorrecta. Así van aprendiendo, deformado, todo lo relacionado con estos problemas. Llegan al matrimonio sin la menor noción. Cuando sobreviene el embarazo, lo único que saben es que las mujeres deben sufrir para tener a sus hijos. Toda la familia está pendiente de lo que va a pasar en el momento del parto. No hay una educación en relación al parto y a lo que correctamente debe hacerse; pero en cambio, todos se encargan de resaltar, de una forma o de otra, la necesidad del sufrimiento con relatos de hechos más o menos terroríficos. Incluso nosotros los médicos contribuimos durante mucho tiempo a fijar esa noción de dolor relacionada con el parto: cuando la parturienta se interna, lo primero a preguntársele era: "¿desde cuándo tiene dolores?" "¿Son muy fuertes los dolores?" En los libros de Obstetricia, se clasifica la evolución del parto por los dolores: dolores "moscas" del pre—parto; dolores "preparantes" de la primera etapa de la dilatación; dolores "desgarrantes" del período expulsivo. Todo está orientado a fijar la noción del dolor para el parto. Sustituímos la palabra contracción uterina por la palabra dolor, la hacemos sinónima una de otra y al final no hablamos de otra cosa que del "dolor". Es claro que en estas condiciones, cuando llega el momento del parto, la mujer ha de sufrir. Le hemos creado un reflejo condicionado doloroso. Ustedes deben saber que para que el parto se produzca es necesario que el útero se contraiga. El trabajo del músculo uterino es la contracción. El dolor es la consecuencia de la contracción que tironea sobre el cuello para abrirlo y sobre los demás elementos que rodean al útero. La percepción de esta sensación, que se realiza en el cerebro, varía según varios factores.

¿Por qué duele el parto?

Es evidente que hay factores anatómicos que explican la posibilidad del dolor del parto. La dilatación del cuello del útero es dolorosa. Cuando los médicos queremos dilatar rápidamente el cuello del útero lo hacemos con anestesia general. En las etapas del parto, el cuello no se dilata rápidamente, sino que esto lleva muchas horas, se hace lentamente. Por otra parte, no todos los cuellos se dilatan con la misma facilidad. Hay cuellos más duros, o cuellos enfermos, con cicatrices, cuya dilatación es más difícil. También es cierto que no todos los úteros sé contraen de la misma manera. Tienen contracciones más o menos intensas que harán el trabajo de dilatación más rápido o más lento. Pero dejando esos problemas: ¿todas las mujeres sienten el dolor del parto de la misma manera? Evidentemente, no. Algunas se quejan de dolor de "cintura"; otras de dolor encima del pubis; otras, en fin, en todo el vientre. Cuando preguntamos qué carácter tiene ese dolor algunas nos hablan de dolor tipo desgarramiento, otras de quemadura, otras de puntada aguda, etc. Es decir, que el dolor del parto no tiene un carácter ni una localización fija en todas las mujeres. La percepción es diferente de una mujer a otra, a pesar de que los caracteres anatómicos son comunes a todas las mujeres. Nosotros podemos hacer tres grandes grupos de parturientas, según su comportamiento en el parto:

1) Señoras que no sufren durante el parto.

2) Señoras que sufren, pero se comportan tranquilamente, obedeciendo al médico.

3) Señoras que sufren mucho, muy sensibles al dolor, que se descontrolan y son incapaces de seguir una indicación.

¿A qué se deben esas diferencias? Lo veremos ahora.

El concepto pavloviano del dolor

Hasta hace poco tiempo, se enseñaba que el dolor tenía su centro en una formación nerviosa que está situada en la base del cerebro: el tálamo óptico.

Pávlov y su escuela demostraron que el dolor es una sensación y por lo tanto el órgano de percepción del mismo es la corteza cerebral, y que depende del estado de esa corteza que la sensación dolorosa se registre con mayor o menor intensidad. En efecto, la corteza cerebral puede pasar por estados o faces diversas que hacen que una pequeña excitación se registre apenas o, por el contrario, se registre aumentada en grado máximo. Pávlov describió cuatro estados diferentes del cerebro, estados que pueden ser inducidos, o para mayor claridad, provocados.

El punto de partida de esta afirmación fue la experienda realizada por una discípula de Pávlov: si a un perro se le toca la piel de la pata con una corriente eléctrica que normalmente produce dolor, el animal se defiende. Pero si a ese mismo animal, hambriento, se le toca la pata con la corriente eléctrica cada vez que se le da la comida, llega un momento en que la corriente no despierta más la sensación de quemadura o de dolor, sino que provoca la secreción de la saliva. Un excitante doloroso se ha transformado así en el excitante de la secreción salivar. ¿De qué depende este fenómeno? Del estado de hambre del animal. Toda su atención está dirigida hacia la satisfacción de su hambre y la asociación del excitante doloroso (corriente eléctrica), a la presencia de la comida, terminó por •'borrar" la sensación dolorosa y transformarla en la excitante de la secreción salivar (ver Fig. 6). Pongamos algunos ejemplos. Es muy conocido el hecho de que un soldado en plena batalla, o un sujeto en una pelea, no se percate de que está herido y no sufra hasta el momento en que es retirado del campo. Mientras peleaba toda su atención está puesta en la defensa de su vida y ninguna sensación llega a registrarse en el cerebro. Pero cuando el peligro pasa, entonces percibe perfectamente el dolor y sufre. La corteza cerebral está en un estado especial, que le impide percibir la sensación dolorosa. En nuestro medio, donde el fútbol es tan corriente, es común oir decir cuando un jugador ha sufrido una pequeña esguince o un desgarramiento: cuando empezó a "enfriarse" el dolor era intenso. Es decir que mientras jugaba no sentía el dolor, pero cuando estuvo en reposo se hizo presente. ¿Que es lo que ha cambiado? Mientras jugaba, toda la atención estaba puesta en el juego y no percibía el dolor. Cuando dejó de jugar, su atención se dirigió hacia la lesión y empezó a percibir el dolor cada vez más intensamente.

En resumen: el cerebro es como una "pantalla receptora" de la sensación dolorosa. Según su estado funcional la sensación puede ser percibida aumentada hasta el máximo o disminuida en tal grado, que se hace apenas perceptible o no se percibe en absoluto.

¿Cual es el estado de la corteza cerebral de la parturienta?

Es evidente que toda señora en trance de parto presenta un estado psíquico muy especial: una mayor agitación, falta de control en los gestos, en la mímica y a veces también, sobre todo en pleno trabajo de parto, en la palabra. En general, reacciones desacostumbradas, se hacen presentes durante el parto. Si a esto agregamos sus escasos conocimientos en relación al parto, sus diferentes problemas, de diversa índole (social, económicos, familiares), que la perturban psíquicamente, podemos entender que cuando el parto se inicia, no está en las mejores condiciones para enfrentarlo.

¿Qué pasa cuando el parto se inicia?

Con cada contracción uterina, parten desde el cuello del útero diversas sensaciones que la parturienta va registrando. A medida que el parto progresa, las contracciones se hacen más intensas y cada vez más frecuentes. La corteza cerebral sufre un verdadero bombardeo de excitaciones, que la parturienta no sabe reconocer. Lo único que ella sabe en relación a su parto, porque lo ha sentido decir durante toda su vida, es de la necesidad del dolor para que el parto se produzca. Es decir, fue preparada para sufrir. A través de una mala educación le hemos ido desarrollando un reflejo condicionado doloroso, de tal manera que hemos grabado en su cerebro la noción de

contracción = dolor

y lógicamente esto se transforma durante el parto en realidad, mucho más firme, más indiscutible, si se trata de señoras que ya han tenido hijos, es decir: que ya han pasado por la experiencia de la maternidad.

¿Qué podemos hacer para que estas excitaciones a punto de partida uterina no se transformen en dolor? — Esto lo podemos lograr a través de la educación. Durante el curso, ustedes aprenderán cómo se desarrolla el embarazo y el parto; qué es lo que tienen que hacer en cada momento del mismo. Aprenderán a reconocer las contracciones uterinas y cada vez que las perciban deberán asociarle una actividad diferente según el momento del parto. Así durante la primera etapa del mismo, cada vez que perciben una contracción la asociarán a un tipo de respiración especial y a una relajación muscular.

La contracción se transforma así en sinónimo de respiración y de relajación.

En la etapa final, durante el período expulsivo, contracción será sinónimo de esfuerzo de pujo.

¿Cuál es la situación de la embarazada preparada?

Hasta ahora la parturienta era un elemento pasivo durante el parto. Debía esperar que los hechos transcurrieran sin poder intervenir en nada. Ante cada pregunta que hacía, la respuesta era: "No se preocupe, yo sé cómo marcha el parto; esté tranquila, que todo marcha bien". Cuando hacíamos alguna indicación nos conformábamos con recomendar: "No grite, señora; hay que tener paciencia. Todas las mujeres pasan por este trance". En una palabra: "Sufra en silencio y espere que el niño nazca".

Hoy la preparación transforma a la parturienta en un elemento activo durante el parto. Ustedes deben saber cómo marcha, cómo evoluciona, porque en cada etapa deberán cumplir una tarea específica. Adquieren a través del curso una responsabilidad. Ya la marcha normal del parto no depende sólo del médico, sino que depende en gran parte de ustedes. De cómo ustedes se comporten, de cómo apliquen las enseñanzas recibidas, así les irá durante el parto.

El parto sé transformará en la prueba final del curso: será el examen. Como un estudiante, la que aprendió bien, repasó en la casa los conocimientos adquiridos, lo que puso interés en hacer cada una y todas las cosas que les enseñamos, puede tener la seguridad que le irá bien. Tendrá su parto sin dolor o apenas con algunas molestias totalmente soportables. Para la que no ponga interés en aprender, la cosa será distinta; tendrá un parto como los que hasta ahora se consideraban noramles. Lógicamente sufrirá. En una palabra: las responsables del éxito del método son ustedes mismas. Nuestra misión está en enseñarles a dar a luz, a tener sus hijos y, en el momento del parto dirigirlas, estimularlas para que todo marche bien.

Ya no habrá madres dispuestas a soportar los dolores del parto por el deseo enorme de tener "su hijo", sino que habrá madres que gozarán la felicidad de tener su hijo y haber sido ellas las que contribuyeron eficazmente a traerlo al mundo. Habrá madres felices que puedan relatar el enorme placer que les reportó el nacimiento de sus hijos.

LA RESPIRACION

Al hacer el análisis del método decíamos que el objeto era crear reflejos condicionados nuevos, favorables al parto. Uno de estos reflejos condicionados era el de contracción—respiración. Vamos, pues, a estudiar la respiración, sus diversos tipos y su aplicación en el desarrollo del parto.

El trabajo del músculo uterino

El útero es un órgano esencialmente muscular. En la mujer no embarazada, pesa unos 70 grs. y mide unos 7 ctms. Durante el embarazo se desarrolla y al final del mismo llega a medir 36 ctms. y a pesar de 1000 a 1200 grs.; es decir, que aumentó más de 15 veces su peso inicial. Esta enorme masa muscular está dispuesta en forma de saco: es una viscera hueca. Tiene la forma de una pera invertida, con la parte más gruesa hacia arriba, que constituye el fondo del útero. Es esta parte, la más desarrollada, la que en el momento del parto se va a constituir en su verdadero motor. Para ello el útero se contrae, es decir trabaja. Ahora bien: al igual que todo músculo que trabaja, en cada contracción uterina se consume energía. Esta energía, el útero la obtiene quemando en su interior glucosa. La glucosa es el azúcar que está disuelta en la sangre y que el organismo la tiene almacenada en el hígado y en los propios músculos. Cuando tiene necesidad de ella, la saca del depósito y la ofrece al órgano que la necesita. Pero, para quemar el azúcar, el músculo necesita oxígeno. Es un proceso de verdadera combustión, como el que se realiza cuando quemamos un leño o carbón. Para prenderlo, es necesario hacer pasar una corriente de aire, que le suministra el oxígeno.

Por tanto: durante el trabajo de parto la embarazada necesita glucosa y oxígeno. El aporte de glucosa se realiza en algunos países administrándole a la parturienta suero glucosado, es decir, agua y azúcar. Nosotros aconsejamos llevar al sanatorio terrones de azúcar o caramelos. Durante las horas en que se produce la dilatación del-cuello, el consumó de estos les va proporcionando el azúcar necesario. Pero además tiene la ventaja de que mantiene la secreción de la saliva, de modo que la boca no se les seque mucho durante el jadeo, lo que a veces molesta bastante y les preocupa, haciéndoles perder el control de la contracción. Con respecto al oxígeno que el útero consume durante el trabajo de parto, lo extrae de vuestra sangre. Como ustedes saben, la sangre impulsada por el corazón va hacia los pulmones donde se carga de oxígeno. Luego vuelve al corazón y nuevamente impulsada por éste, se distribuye a todo el organismo. Es decir: ustedes mismas van a asegurar el aporte de oxígeno que el organismo necesita para su trabajo. ¿Qué pasa cuando un músculo trabaja en un medio pobre de oxígeno? En general trabaja mal: sufre. Y este sufrimiento se traduce por dolor. El mejor ejemplo de esto lo tenemos en los calambres musculares de la pantorrilla que les aqueja a muchas de ustedes, sobre todo en los últimos meses del embarazo. ¿Qué es un calambre? ¿Por qué tienen a menudo calambres las embarazadas? El calambre no es más que la contracción permanente de un músculo cansado, agotado, por haber sido sometido a un trabajo permanente. La embarazada, por la presencia del propio embarazo, debe adoptar actitudes especiales de su cuerpo, para poder mantener la posición de equilibrio, estando de pie. Esto hace que los músculos de la pantorrilla estén casi permanentemente contraídos: se cansan, se agotan y entran en contracción permanente: el calambre. Y la que sufre de calambres sabe lo doloroso que son. ¿Qué hacemos frente a un calambre muscular? Ponemos la pierna en reposo, en alto, la masajeamos y el calambre pasa. Pues bien: con el útero, durante el trabajo de parto puede pasar lo mismo. El útero puede cansarse, agotarse, porque el trabajo que realiza es muy intenso o muy largo. Puede entrar en contractura permanente, que en términos médicos se llama "tétanos uterino". Esto es muy doloroso para la madre. Frente a un tétanos uterino no podemos detener el parto y masajear al útero para que cese. Lo que tenemos que hacer es evitar que el útero llegue a esta situación. ¿Cómo vamos a evitarlo? Pues ofreciendo al útero los materiales que él necesita para su trabajo. Ya hablamos del aporte de glucosa. Con relación al oxígeno dijimos que lo extrae de vuestra sangre y que ésta se carga de oxígeno en los pulmones. Pues bien: cada vez que ustedes perciben una contracción uterina van a aumentar el ritmo respiratorio. Habrá una mayor ventilación pulmonar; vuestra sangre se cargará más de oxígeno y lo ofrecerá al útero, que es el órgano que tiene en ese momento el trabajo más importante.

¿Qué tipo de respiración van a realizar?

a) Respiración torácica. Normalmente nosotros realizamos la llamada respiración torácica, es decir, con el pecho. Esta consta de dos tiempos. El primer tiempo, que consiste en la entrada del aire en los pulmones, se llama inspiración. Para realizar la inspiración, los músculos del cuello, los pectorales y los músculos intercostales, se contraen. La caja torácica se ensancha por la elevación de las costillas y el aire entra en los pulmones por la diferencia de presión que se establece. Los pulmones tienen una pared elástica y entonces se dilatan por la presión del aire. El segundo tiempo, la espiración, consiste en la salida del aire de los pulmones. Basta dejar en reposo los músculos nombrados anteriormente y el aire sale de los pulmones expulsado por la propia elasticidad de éstos, salvo una pequeña cantidad, llamada aire residual, que para expulsarlo debemos hacer un esfuerzo. Podríamos comparar los movimientos respiratorios a lo que pasa con una pelota de fútbol: cuando se infla, el aire entra a presión y distiende la goma. Para que salga ese aire basta desatar el "piripicho" de la pelota y el aire sale solo, expulsado por la elasticidad de la goma.

b) Respiración abdominal. Existe además otro tipo de respiración: la respiración abdominal. En efecto, en lugar de hacer los movimientos respiratorios poniendo en juego los músculos del tórax, podemos hacerlo usando los músculos del abdomen. Este tipo de respiración es la que les vamos a enseñar durante el curso, porque ello les permitirá aprender a manejar un grupo de músculos que ustedes tendrán que hacer trabajar en un determinado momento del parto.

El tórax y el abdomen están separados por un músculo poderoso que se llama diafragma. Forma un verdadero tabique que se extiende de delante a atrás y de un costado a otro. Tiene la forma de una cúpula o mejor aún, de un paraguas abierto. Por arriba de él están los pulmones y el corazón. Por debajo están los órganos del abdomen, entre ellos: el hígado a la derecha, el estómago a la izquierda, que se continúa luego con las ansas intestinales. En la embarazada, el útero, a medida que va creciendo, asciende más y más en el vientre desde la pelvis, de tal manera que al final del embarazo lo ocupa casi completamente, desplazando la masa intestinal a los lados y arriba. Prácticamente podemos decir: el útero viene a colocarse debajo del diafragma. Cuando hacemos una inspiración de tipo abdominal, el diafragma se contrae, endereza su curva, desciende y viene a apoyarse sobre el fondo del útero. Al descender el diafragma, el tórax aumenta sus diámetros, sobre todo en sentido vertical. En los pulmones se produce una diferencia de presión y el aire entra en ellos, distendiéndolos. A medida que el diafragma desciende empuja todas las visceras abdominales, las que a su vez actuando sobre la pared anterior del abdomen, la elevan como un elástico. Si al llegar al máximo el esfuerzo inspiratorio, ustedes lo detienen y enseguida aflojan todos los músculos, éstos vuelven a su posición: el diafragma se eleva y el aire sale de los pulmones expulsado por la elasticidad de éstos. Pero a nosotros nos interesa que la espiración, o sea la salida del aire, no se haga espontáneamente. Vamos a regular su expulsión. Para ello, vamos a hacer contraer los músculos de la pared anterior del abdomen que según dijimos se distendían hacia adelante por la presión del diafragma. Estos músculos forman una verdadera cincha muscular que rodea al útero por delante y a los lados. Pues bien: al hacerlos contraer los vamos a llevar a su posición inicial, pero dirigiendo nosotros su trabajo. Es decir: vamos a practicar una espiración activa. De esta manera se aprende a manejar un grupo de músculos que en el momento del parto será necesario hacer trabajar para ayudar al mismo. Estos músculos son: 1°) el diafragma, que cubre todo el fondo del útero; 2°) los músculos de la pared anterior del vientre, que lo cubren por delante y a los lados. Ya insistiremos sobre esto.

Respiración durante el parto

Cuando estudiemos el desarrollo del parto, lo vamos a dividir en dos etapas:

a) En la primera etapa, el útero va a trabajar (contracción), para producir la dilatación del cuello: es la etapa del honramiento y dilatación del cuello.

b)En la segunda etapa, con dilatación completa, el útero seguirá trabajando para producir la expulsión del feto.

Bien: durante cada etapa del parto ustedes van a realizar un tipo diferente de respiración.

En la primera etapa, durante cada contracción, van a hacer respiración torácica. Al comienzo un poco más profunda que lo normal solamente, para ir aumentando el ritmo a medida que la contracción se hace más intensa, hasta llegar al jadeo o respiración de tipo perrito cansado: respiración rápida y superficial, que se realiza sin esfuerzo alguno. En una palabra: cuando cada una de ustedes perciba la contracción uterina, en lugar de desesperarse, gritar, agarrarse a la cama o hacer contorsiones, debe recordar que en ese momento la contracción uterina representa el trabajo que realiza un músculo. Para que ese trabajo se realice en mejores condiciones, necesita un mayor aporte de oxígeno: deben acompañar la contracción con un aumento del ritmo respiratorio. De esta manera mantienen la contracción dentro de los límites normales, fisiológicos, evitando la posibilidad del sufrimiento uterino.

Aporte de oxígeno al feto

Pero piensen que dentro del útero está el feto y la placenta. Durante su vida intrauterina,el feto no tiene respiración propia sino que lo hace a través de la placenta: ésta representa el verdadero pulmón del feto. Cada contracción uterina exprime la placenta, como nosotros exprimimos una esponja llena de agua. En cierta medida esto favorece la circulación de la sangre de la placenta al feto y del feto a la placenta. El feto tiene mecanismos propios que le aseguran el aporte de oxígeno suficiente mientras dura una contracción normal. Pero si las contracciones son patológicas, es decir, que se hacen muy frecuentes o muy largas, el feto puede sufrir. El tétanos uterino que es muy doloroso para la madre, es a la vez peligroso para el feto. Hay que evitar esta situación. De manera que cuando ustedes perciban una contracción uterina, tendrán desde ahora dos importantes motivos para asociarla inmediatamente al aumento del ritmo respiratorio: lº) evitar el sufrimiento fetal; 2º) evitar el sufrimiento muscular, vale decir, el dolor. En una palabra: ustedes van a actuar conscientemente, sabiendo que lo que están haciendo tiene un fin útil, en beneficio de ustedes y del feto.

En la segunda etapa, durante la expulsión, ustedes van a realizar la respiración abdominal. Luego que la dilatación está completa, comienza la segunda etapa del parto: el período expulsivo. Tiene por objeto hacer descender al feto y expulsarlo al exterior. Mientras que en la primera etapa, ustedes no tienen una participación activa en el sentido de acelerar o retardar la dilatación, y vuestro trabajo se limita a mantener el mecanismo normal de la contracción, en esta segunda etapa, ustedes van verdaderamente a trabajar. En efecto: van a ayudar a que la expulsión del feto se haga más rápidamente. Esta es para ustedes la verdadera etapa de trabajo del parto. ¿Y cómo van a ayudar? Justamente ahora es cuando van a hacer trabajar el diafragma y a los músculos de la pared del vientre, tal como lo han aprendido durante los ejercicios de respiración abdominal. Dijimos que el diafragma estaba por arriba, envolviendo el fondo del útero, mientras que los músculos de la pared del vientre lo rodean por delante y a los lados. Cuando, durante el período expulsivo, ustedes perciban una contracción uterina, que va a traerles aparejado una sensación especial, el deseo de pujar, harán una inspiración profunda, de tipo abdominal. El diafragma, entonces, se va a contraer

y descendiendo, se va a apoyar sobre el fondo del útero, empujando hacia abajo. Es como si ustedes cuando quieren sacar un objeto contenido en una bolsa, para vaciarla más pronto, apretaran el fondo de la bolsa que está con la boca hacia abajo. En este momento, bajo la acción de la fuerza ejercida desde arriba por el diafragma, los músculos de la pared del vientre se levantan como un elástico. Entonces ustedes retienen el aire en los pulmones, es decir, mantienen al diafragma bien apoyado sobre él útero y en un segundo tiempo, hacen contraer los músculos de la pared del vientre, sin echar el aire de los pulmones. La presión que desarrollan estos músculos, por delante y a los lados del útero, está anulada hacia arriba por la contracción del diafragma y hacia atrás por la presencia de la columna. Esto se traduce, de acuerdo a un principio de física, en una fuerza que actúa también hacia abajo. En una palabra: ustedes suman a la fuerza de la contracción uterina, la fuerza del difragma y de los músculos abdominales. Van así a realizar un trabajo, a veces muy intenso. No deben confundir "parto sin dolor" con "parto sin esfuerzo". Hay que hacer fuerza y mucha fuerza. Pero hay una gran diferencia entre la forma que trabajaban antes las señoras y la forma en que van a trabajar ustedes ahora. Anteriormente, nos limitábamos a decirle a la señora "haga fuerza"; pero nadie le había enseñado cómo hacerlo, ni en qué momento. Y las señoras hacían fuerza con la cabeza, con la nuca, con los brazos, con las piernas, etc. Todos los músculos del cuerpo contraídos participaban en el trabajo de parto, en un trabajo enorme, agotador, pero ineficaz. Era un trabajo inútil porque no tenía ninguna acción sobre el útero. En cambio ustedes, cuando llegue el momento van a hacer fuerza, pero una fuerza inteligente, dirigida, haciendo actuar solamente aquellos músculos que rodean y ayudan al útero en el momento de la expulsión. Estas dos maneras tan diferentes de trabajar entre una señora "no preparada" y otra "preparada", podría compararse al trabajo de dos obreros: uno, que desconoce el funcionamiento y el mecanismo de un motor y otro que lo conoce. Supongamos que los dos son capaces de desarmar y armar la máquina. Pero mientras el segundo lo hace ordenadamente, con un plan preestablecido, lo que le reporta un ahorro muy grande de energía y tiempo, el primero lo hace sin plan alguno; realiza un trabajo más largo y fatigoso.

El esfuerzo de pujo del cual terminamos de hablar, las parturientas deben realizarlo en cuatro tiempos:



1°) Inspiran profundamente usando, como aprendieron, los músculos del abdomen; el diafragma desciende sobre el fondo del útero.

2°) Retienen el aire en los pulmones.

3°) Levantan la cabeza, como si quisieran mirarse el vientre.

4o) Contraen con fuerza los músculos abdominales y pujan hacia abajo.

El feto en el período expulsivo

Hasta ahora hemos estado considerando, durante este segundo período del parto, las ventajas que la preparación aporta a la madre. Pero el feto también en esta etapa se beneficia muchísimo cuando la señora ha sido "preparada". En efecto: para salir al exterior, el feto debe recorrer un camino que no siempre es fácil. Es evidente que no es igual para el feto hacer ese recorrido en 30 o 40 minutos que hacerlo en dos o tres horas. Lógicamente los sufrimientos son menores y ello se traduce en una mayor vitalidad del feto al nacer. Las generaciones futuras serán lógicamente más sanas, cuando todos los niños nazcan de un parto sin dolor.

En resumen: podríamos hacer un cuadro comparativo de la distinta situación en que está colocada la señora "no preparada" y la señora "preparada".

Durante el período de dilatación


Preparada:

Con cada contracción: hace relajación muscular y jadea; está tranquila. Resultado: oxigena mejor su sangre y ahorra energías. Llega al período expulsivo con toda lucidez y conservando toda su capacidad de trabajo.

No preparada:

Con cada contracción: pone en tensión todos sus músculos; grita, se desespera. Muchas veces se la tiene caminando durante toda una noche y haciéndola pujar. Resultado: agotamiento físico y nervioso.

Durante el período de expulsión

Sabe diferenciar la sensación de "pujo" de otras sensaciones similares. Por haber aprendido a "pujar", emplea sólo aquellos músculos que rodean el útero: diafragma y músculos de la pared del vientre. Acorta este período del parto.

Percibe una cantidad de sensaciones que no sabe reconocer. No se le enseñó cómo se debe "pujar". Por tanto, realiza un trabajo enorme, en su mayor parte inútil. Prolonga este período del parto.

No sufre.

Esta etapa se trasnsforma en la más agradable del parto.

El sufrimiento es enorme.

El parto se transforma en una tortura.



¿En qué condiciones se halla después del parto la señora preparada? Perfectamente bien: conserva todas sus energías, se repone rápidamente, hecho muy importante porque ahora se iniciará otra etapa que exigirá a la madre nuevos esfuerzos. Al parto sigue la lactancia y un mejor estado físico de la madre repercute sobre la secreción de la leche.

Comportamiento durante el embarazo

Durante este período que les falta para el parto, ustedes van a practicar diariamente los ejercicios de respiración abdominal. Ellos les permitirá aprender a manejar el diafragma y los músculos del vientre, a la vez de tonificarlos. Pero la repetición de estos ejercicios les reportará grandes beneficios. El desarrollo del embarazo provoca importantes modificaciones: en el vientre se desarrolla una enorme masa cuyo peso oscila alrededor de los 7 kilos: 3 % kilos del feto; 1 V2 kilos de líquido amniótico; 1 kilo de útero;1\2 kilo de placenta. Este enorme peso, situado en la parte baja del vientre, impone modificaciones en la columna vertebral. Para poder mantener la posición de pie, la embarazada echa los hombros hacia atrás a la vez que aumenta la curva de la columna lumbar. Esta posición es mantenida por los músculos de la parte posterior del cuerpo, músculos lumbares, que se mantienen contraídos durante todo el día. Por la misma razón, los músculos de la pantorrilla están contraídos, especialmente en la señoras que pasan muchas horas paradas.

La contracción prolongada de estos músculos explica varias cosas: 1) en primer lugar los dolores lumbares que a menudo sufren las embarazadas; 2) en segundo lugar, los calambres de los músculos de la pantorrilla. Además se agrega otro factor muy frecuente: las várices. De esta manera ustedes tienen unidos a nivel de las piernas los dos factores que favorecen la aparición de los calambres: mala circulación por las várices; trabajo prolongado de un grupo de músculos para mantener la posición de pie. Basta entonces un pequeño movimiento como levantarse, por ejemplo, para que aparezca el calambre. Pues bien: durante estos dos meses que van a practicar los ejercicios de respiración abdominal, el diafragma, en cada contracción, actuará como una bomba que sube y baja dentro del vientre. Comprime toda la esponja vascular del abdomen y la pelvis y facilita la circulación de la sangre de abajo hacia arriba, hacia el corazón. Esto se traduce en una mejor irrigación de los miembros inferiores y al cabo de pocos días, aquella que sufría de calambres, notará que estos van desapareciendo. Esta mejor circulación la van a notar también de otra manera: los primeros días que hagan los ejercicios respiratorios notarán que el feto se mueve mucho más. Tan es así que algunas señoras se asustan y dejan de hacerlos, hasta confirmar en una nueva clase que no hay ningún peligro para el feto.

Resumiendo:

A través de un simple ejercicio respiratorio, ustedes van a obtener enormes ventajas:

1) Durante estos dos meses que les falta para el parto, aprenden a manejar el diafragma y los músculos del vientre, mientras los tonifican con los ejercicios y favorecen la circulación de retorno, evitando así los calambres.

2) Cuando se inicia el parto, en la etapa de borra-miento y dilatación, aportando oxígeno con la respiración y ahorrando energías con la relajación. Ustedes ya saben que durante esta etapa el único que debe trabajar es el útero que además necesita oxígeno para su trabajo. Conscientes de esta necesidad, ustedes aumentarán el ritmo respiratorio practicando el jadeo: evitan así el cansancio del músculo; combaten una de las causas del dolor.

3) Durante el período expulsivo, cada contracción uterina la asocian con el esfuerzo de "pujo". Acortan este perío'do del parto, con beneficio para ustedes y el hijo.

LA RELAJACION MUSCULAR

La clase de hoy la vamos a dedicar a estudiar la relajación muscular.

Veremos cómo practicarla, qué utilidad puede ofrecer en el momento del parto.

En la clase anterior insistimos que al practicar la respiración de tipo abdominal, ustedes iban a aprender a manejar el diafragma y los músculos de la pared del vientre, para aplicarlo en determinado período del parto. Pues bien, esto es posible dadas las características especiales y manera de funcionar que tienen estos músculos.

Los músculos

Se pueden dividir los músculos de nuestro cuerpo en dos grandes grupos:

1°) Un primer grupo de músculos, llamado» músculos voluntarios, es decir, músculos cuyo trabajo depende de nuestra voluntad. Nosotros podemos hacer que estos músculos se contraigan (trabajo) o estén en reposo (relajación), según nuestra voluntad. Cuando queremos tomar un objeto, movemos un brazo, cerramos la mano, etc. Estos movimientos, esta actividad muscular es dirigida, es consciente. Dentro de este primer grupo vamos a diferenciar:

a) los músculos esqueléticos, que son los que cubren todo el esqueleto. Son los músculos de la nuca, miembros superiores e inferiores, músculos del dorso. Todos ellos trabajan (se contraen) según nuestros deseos.

b) el diafragma y los músculos de la pared del vientre. También estos músculos trabajan (se contraen), de acuerdo con nuestros deseos. Esto es lo que pretendemos al enseñarles la respiración de tipo abdominal: que sepan dirigir el trabajo de estos músculos.

2°) Un segundo grupo de músculos son los llamados músculos lisos, cuyo trabajo nosotros no podemos dirigir; nosotros no podemos actuar directamente sobre ellos. Estos músculos forman la pared de todas las visceras: estómago, intestino, vejiga, útero. Su acción está controlada por mecanismos nerviosos, humorales, hormonales, etc. Nosotros no podemos hacer que el estómago se contraiga o deje de hacerlo. Ustedes no pueden hacer que el útero se contraiga o no. Ninguna puede decir "deseo que mi parto se haga hoy" porque son incapaces de provocar la contracción uterina. De la misma manera, una vez que el parto ha empezado, ustedes no pueden decir: "no deseo tener el parto hoy", porque son impotentes para frenar los mecanismos que lo han desencadenado. Por tanto les es absolutamente imposible actuar sobre ese grupo de músculos. Vamos a ver más adelante que indirectamente vamos a poder influir sobre su funcionamiento. Por ahora dejaremos de ver esto y volveremos a estudiar cómo trabaja un músculo voluntario estriado.

Cómo funciona un músculo voluntario

Para que un músculo voluntario se contraiga, es necesario que reciba una orden ¿De dónde? Del cerebro. A nivel de cada hemisferio cerebral, en la corteza, hay una zona que controla todos los músculos. Así como hay una zona para la audición, otro para la visión, etc., hay una zona para los músculos. Se llama zona motora. De las células de la corteza cerebral, de esta zona motora, parte la orden de contracción. Ella corre por los nervios bajo forma de energía nerviosa hasta que llega al músculo. Podríamos compararla a la corriente eléctrica. Esta es generada en la central y circula por los cables bajo forma de corriente eléctrica, hasta que Üega a una bombita, estufa o máquina. En la bombita se transforma en luz, pero en la estufa se transforma en calor y en la máquina en la fuerza que la pone en movimiento. Bien: la energía nerviosa que parte de la zona motora, al llegar a los músculos se transforma en la energía que provoca la contracción muscular. Un músculo que se contrae, se acorta. Esto 16 saben los niños cuando juegan a "hacer músculo": provocan intencionalmente la contracción del bíceps; éste es un músculo largo, pero al contraerse acorta tanto su longitud que se transforma en una bola, tanto más corta cuanto más ejercitados están en hacerlo. Ahora bien: en el interior de cada músculo hay un conjunto de fibras nerviosas que son comprimidas en cada contracción. Es a través de ellas que nuestro cerebro es informado del estado de contracción del músculo. Ustedes pueden hacer la prueba. Hagan contraer los músculos del muslo, por ejemplo. Para ello es necesario que parta del cerebro la orden. El músculo se contrae. Ustedes sienten a nivel del muslo una sensación de agarrotamiento; la sensación está localizada en el muslo. Pero el órgano que la percibe es el cerebro. Esta experiencia se puede repetir en cualquier parte del cuerpo, con cualquier músculo voluntario: la mano, el brazo, la nuca, etc. Viene la orden, los músculos se contraen y ustedes tienen la noción bien clara de dicha contracción. Normalmente nosotros no tenemos la sensación de la contracción de los músculos en los miles de movimientos que realizamos durante el día, porque su repetición ha borrado esta sensación, actuamos automáticamente. Pero cuando queremos aprender nuevos movimientos, entonces actuamos pensando, controlando mentalmente cada actitud que vamos a tomar. Por ejemplo: cuando un sujeto quiere aprender a manejar una máquina, un auto. Está sentado firme en la dirección y piensa cada movimiento que va a realizar: mover una pierna, un brazo, le representa un trabajo mental. Al poco tiempo todos esos movimientos los realiza con soltura, automáticamente. En resumen: dado el carácter de estos músculos, nosotros podemos saber en determinado momento si ellos están contraídos o están en relajación (Ver Figs. 10 y 11).

En el parto hay dos períodos bien diferentes. En el primer período el útero se contrae para producir la dilatación del cuello. Este trabajo lo realiza solamente el útero. De nada vale que durante cada contracción ustedes hagan algún esfuerzo muscular. Ello no va a acelerar el proceso de la dilatación. Todo ese esfuerzo de contracciones, gritos, representa un enorme trabajo inútil, pero trabajo al fin. Se gastan grandes cantidades de energías, se consume glucosa y oxígeno, sin beneficio alguno. Pero el trabajo de los músculos (contracción), representa trabajo de todo el aparato nervioso que lo dirige: nervios y corteza cerebral. Es decir: durante las 12 o 16 horas que dura la dilatación del cuello del útero han estado haciendo un gran trabajo inútil, tanto físico como nervioso. El resultado es el agotamiento materno.

Cómo funciona un músculo voluntario

Para que un músculo voluntario se contraiga, es necesario que reciba una orden ¿De dónde? Del cerebro. A nivel de cada hemisferio cerebral, en la corteza, hay una zona que controla todos los músculos. Así como hay una zona para la audición, otro para la visión, etc., hay una zona para los músculos. Se llama zona motora. De las células de la corteza cerebral, de esta zona motora, parte la orden de contracción. Ella corre por los nervios bajo forma de energía nerviosa hasta que llega al músculo. Podríamos compararla a la corriente eléctrica. Esta es generada en la central y circula por los cables bajo forma de corriente eléctrica, hasta que Üega a una bombita, estufa o máquina. En la bombita se transforma en luz, pero en la estufa se transforma en calor y en la máquina en la fuerza que la pone en movimiento. Bien: la energía nerviosa que parte de la zona motora, al llegar a los músculos se transforma en la energía que provoca la contracción muscular. Un músculo que se contrae, se acorta. Esto 16 saben los niños cuando juegan a "hacer músculo": provocan intencionalmente la contracción del bíceps; éste es un músculo largo, pero al contraerse acorta tanto su longitud que se transforma en una bola, tanto más corta cuanto más ejercitados están en hacerlo. Ahora bien: en el interior de cada músculo hay un conjunto de fibras nerviosas que son comprimidas en cada contracción. Es a través de ellas que nuestro cerebro es informado del estado de contracción del músculo. Ustedes pueden hacer la prueba. Hagan contraer los músculos del muslo, por ejemplo. Para ello es necesario que parta del cerebro la orden. El músculo se contrae. Ustedes sienten a nivel del muslo una sensación de agarrotamiento; la sensación está localizada en el muslo. Pero el órgano que la percibe es el cerebro. Esta experiencia se puede repetir en cualquier parte del cuerpo, con cualquier músculo voluntario: la mano, el brazo, la nuca, etc. Viene la orden, los músculos se contraen y ustedes tienen la noción bien clara de dicha contracción. Normalmente nosotros no tenemos la sensación de la contracción de los músculos en los miles de movimientos que realizamos durante el día, porque su repetición ha borrado esta sensación, actuamos automáticamente. Pero cuando queremos aprender nuevos movimientos, entonces actuamos pensando, controlando mentalmente cada actitud que vamos a tomar. Por ejemplo: cuando un sujeto quiere aprender a manejar una máquina, un auto. Está sentado firme en la dirección y piensa cada movimiento que va a realizar: mover una pierna, un brazo, le representa un trabajo mental. Al poco tiempo todos esos movimientos los realiza con soltura, automáticamente. En resumen: dado el carácter de estos músculos, nosotros podemos saber en determinado momento si ellos están contraídos o están en relajación.

En el parto hay dos períodos bien diferentes. En el primer período el útero se contrae para producir la dilatación del cuello. Este trabajo lo realiza solamente el útero. De nada vale que durante cada contracción ustedes hagan algún esfuerzo muscular. Ello no va a acelerar el proceso de la dilatación. Todo ese esfuerzo de contracciones, gritos, representa un enorme trabajo inútil, pero trabajo al fin. Se gastan grandes cantidades de energías, se consume glucosa y oxígeno, sin beneficio alguno. Pero el trabajo de los músculos (contracción), representa trabajo de todo el aparato nervioso que lo dirige: nervios y corteza cerebral. Es decir: durante las 12 o 16 horas que dura la dilatación del cuello del útero han estado haciendo un gran trabajo inútil, tanto físico como nervioso. El resultado es el agotamiento materno.

La relación útero—cerebro

En la primera clase dijimos que nuestro cerebro estaba informado de todo lo que pasaba en nuestro interior, por las excitaciones que partían de cada órgano, y que a su vez el cerebro era capaz de influir en el funcionamiento de los órganos, modificándolo, alterándolo.

¿De qué manera el cerebro modifica o altera el funcionamiento del útero durante el trabajo de parto? Veamos primero lo que pasa en el útero.

Para que la dilatación se produzca es necesario que mientras que el cuerpo, que es el verdadero motor del parto, se contrae, el cuello se deje dilatar. Es decir: encontramos en un mismo órgano que el cuerpo tiene una actividad diferente del cuello. Esta relación cuerpo—cuello es mantenida por nuestro sistema nervioso. Para que ella se mantenga inalterable durante el trabajo de parto, es necesario que los mecanismos de control funcionen normalmente. Un sistema nervioso agotado, cansado, controla mal y puede provocar modificaciones en la función. Veamos un ejemplo claro. Es habitual que toda persona después de ello. ¿Por qué? Porque si durante la digestión realizamos un esfuerzo, la digestión se hace mal, el estómago funciona mal. Lo mismo pasa con el útero. El trabajo inútil que las señoras no preparadas realizan agota al sistema nervioso y esto repercute sobre la sinergia funcional que debe haber entre el cuerpo y el cuello del útero. Al alterarse esta relación cuerpo—cuello, puede suceder que a cada contracción uterina, el cuello en lugar de dejarse distender, responda con una contracción: es lo que se llama espasmo del cuello del útero. Se vuelve rígido, duro, y el parto se detiene. Por otra parte es este uno de los factores que favorece la aparición del dolor, dado que representará desde ese momento una resistencia que se opone al progreso de la dilatación. Justamente esto es lo que a menudo vemos en personas nerviosas, descontroladas, excitadas. Ustedes habrán sentido decir muchas veces: "no se le hizo la dilatación".

¿Cómo van a contribuir ustedes para mantener esta armonía funcional del cuerpo y el cuello del útero? En la clase anterior hablábamos del aporte de oxígeno para mantener la contracción dentro de los límites normales. Hoy hablaremos del ahorro de oxígeno y de energías. ¿Cómo se logra este ahorro? Pues asociando a cada contracción uterina una relajación total de todos los músculos esqueléticos. Un músculo en reposo no consume ni glucosa ni oxígeno. Pero el reposo del músculo significa también reposo de todo el aparato nervioso que lo dirige y en especial de la corteza cerebral.

Un cerebro "no cansado" controla mejor e influye favorablemente sobre la función de los órganos que controla. Por tanto: cada vez que ustedes perciban la contracción uterina, pondrán todos los músculos esqueléticos en reposo, en estado de relajación. Vale decir: vamos a aprovechar el carácter de todos estos músculos de ser dirigibles, educables. para ponerlos al servicio del parto, ahorrando energías. La madre llegará al período expulsivo con todas sus energías, para poder trabajar.

La expulsión

En esta segunda etapa del parto la actitud de ustedes será absolutamente diferente. Van a realizar un esfuerzo muscular coordinado con la contracción uterina. Con cada contracción durante éste período, sentirán deseos de "pujar". Entonces harán el esfuerzo combinado del diafragma y los músculos del vientre que les enseñamos en la clase anterior. Ahora van a aprovechar el carácter de músculo voluntario del diafragma y los músculos de la pared del vientre, para hacerlos trabajar ayudando a la expulsión del feto al exterior. Como ya lo dijimos, van a hacer fuerza, pero una fuerza dirigida, inteligente, porque sólo actuarán aquellos músculos que rodean al útero y que ustedes han educado a través de los ejercicios de respiración abdominal.

En suma: conociendo cómo es el mecanismo de funcionamiento de los músculos voluntarios vamos a aprovechar para ponerlos al servicio del parto: en la primera etapa, ahorrando energía; en la segunda etapa, haciendo trabajar exclusivamente aquellos que por sus relaciones tienen una acción directa sobre el útero.

Métodos de relajación

Nos queda ahora saber por qué mecanismo ustedes van a aprender a hacer la relajación muscular. Aprender a lograr una buena relajación muscular lleva mucho tiempo. En medicina se aplica a la corrección de diversas enfermedades. Hay especialistas en esa rama de la medicina que se llaman fisioterapeutas. Se necesita mucha práctica para obtener una buena relajación. Nosotros no vamos a pretender que en tan poco tiempo como les queda para el parto, ustedes lleguen a una perfección, pero practicando durante este tiempo, ustedes podrán lograr un beneficio muy grande en el parto.

Ahora bien: ¿por qué método van ustedes a aprender a relajar sus músculos? Hay dos sistemas:

1) Método por razonamiento o método americano: (Jacobson).— Es fácil comprender su fundamento, si recuerdan cómo trabaja un músculo. Para que un músculo se contraiga, es necesario que la orden parta del cerebro. Al llegar al músculo, éste se contrae, disminuye de tamaño, y por la compresión de los filetes sensitivos ustedes perciben en el cerebro la sensación de la contracción. Por ejemplo: ustedes quieren doblar el antebrazo, mientras otra persona se opone a este movimiento. Ustedes provocan una contracción fuerte del bíceps para vencer esa resistencia. En ese momento, perciben claramente la contracción del músculo. Si ustedes entonces aflojan de golpe, el músculo deja de contraerse, entra en relajación. Si repiten este ejercicio con cada segmento del miembro superior primero, luego del miembro inferior, luego de la nuca, del tronco, etc., van aprendiendo a reconocer cuando cada grupo de músculos se contrae o se relaja. Esto pueden practicarlo en cada instante. Por ejemplo: piensen cómo están sentadas en este momento. Cada una de ustedes se dará cuenta que está haciendo, fuerza con un brazo o una pierna o con los músculos del cuello. Si razonan verán que estas contracciones no tienen ningún fin útil, y que ustedes pueden estar sentadas en la clase cómodamente, haciendo relajación muscular. De la misma manera, cuando estén en su casa, en el trabajo, etc., controlen a cada momento cuál es el estado de vuestros músculos. Van a comprender entonces la cantidad de energía que gastamos diariamente en forma inútil. Pero la práctica de este contralor muscular les va a servir a ustedes para aprender a conocer el estado de relajación o contracción de cada uno de sus músculos. Por eso el método se llama "método por razonamiento". Por otra parte es el que nos interesa a nosotros para aplicar en el momento del parto. ¿Por qué? Porque cuando ustedes perciban la contracción uterina, inmediatamente irán pensando en el estado de cada uno de sus músculos y pondrán en relajación aquellos que estén contraídos.

2) Método por inducción o método alemán: (Schutze,). — El método anterior es un método lento, en tanto que el método alemán, por inducción, se puede aprender más rápidamente. Para ello deben colocarse en una posición cómoda. Por ejemplo: la llamada "postura de cochero". Nosotros aconsejamos que lo practiquen, en la misma posición que adoptan para hacer los ejercicios respiratorios: acostados en cama articulada; la parte de la cama que corresponde al tronco debe estar levantada unos 25 a 30 grados, al igual que la que corresponde a las rodillas. Si no tienen una cama articulada, la misma posición se puede lograr colocando varios almohadones en la espalda y una almohada debajo de las rodillas. Esta es una buena posición de reposo para ustedes. Al aproximar los muslos al tronco, los músculos de la pared del vientre quedan flaccidos. Esto explica por qué ninguna de ustedes puede dormir horizontalmente, de espaldas. Los músculos del vientre están tensos, comprimen al útero y rápidamente esta posición se hace inaguantable. En general, todas ustedes duermen de costado, flexionando los muslos.

La posición en la cama articulada es bien tolerable. Es la posición que van a adoptar durante el trabajo de dilatación. Ella les permitirá sin ninguna molestia hacer la relajación muscular y podrán cómodamente controlar cada contracción uterina, haciendo la respiración jadeante. Bien: colocadas en esta posición cierran los ojos y se abstraen de todo pensamiento. Mejor aún: concentran su atención sobre una cosa simple, por ejemplo, cómo respiran. También se aconseja seguir mentalmente el ruido de un reloj o de una música suave. Van a notar que poco a poco vuestro cuerpo se hace más blando, más flaccido y al final se duermen. ¿Qué pasa? Al concentrar la atención en una sola cosa (la respiración, el tic tac del reloj), la zona de la corteza que percibe esta sensación, siempre la misma, se cansa. Se desarrolla en ella un proceso de inhibición, mecanismo de defensa, que poco a poco se va extendiendo por el resto de la corteza que está inactiva, hasta cubrirla toda. El mecanismo de acción de la hipnosis es similar a éste. La voz monótona, repitiendo siempre las mismas órdenes desarrolla un foco de inhibición. Depende del grado de extensión del mismo para que el sueño logrado sea más o menos profundo. El sueño no es nada más que la inhibición total de todas las funciones del cerebro. Si la inhibición toma toda la corteza también toma la zona motora. No hay actividad cortical; no hay órdenes. Por tanto no habrá contracción muscular. Por eso los músculos todos entran en relajación.

Esto ustedes lo comprueban en cantidad de ejemplos de la vida diaria. Cuando la madre canta el arrorró al bebé, con voz queda, siempre igual, éste se tranquiliza y acaba durmiéndose. El silencio, el ruido de la lluvia sobre el techo de zinc, es el mejor incentivo del sueño. En cambio, nadie puede dormir en medio de ruidos fuertes, música bailable, conversaciones o estado de preocupación por problemas personales.

El inconveniente de este método es que no educa sobre el estado de contracción o no de los músculos. Pero asociando ambos podemos llegar al final del curso, realizando una bastante buena relajación muscular y además teniendo idea clara en cada momento de cuál es el estado de nuestros músculos.

A manera de resumen:

Aprovechamos el conocimiento que tenemos de la fisiología de los músculos voluntarios para ponerlos al servicio del parto.

En la primera etapa: haciendo la relajación muscular, ahorrando energías.

En la segunda etapa: haciendo trabajar exclusivamente aquellos músculos que rodean al útero y que tienen una acción directa sobre él. Acortan así este período del parto, lo que al final también significa un ahorro de energías.

Para aprender a hacer la relajación, tenemos dos grandes métodos:

1) Por razonamiento, o sea reconociendo cuándo un músculo está contraído por la realización del esfuerzo.

2) Por la inducción, o sea por anulación de la actividad cortical, fuente de origen y control de la actividad de los músculos.

El primer método es más lento, pero es el que nos interesa porque es por él que vamos a aprender a reconocer el estado de relajación o contracción de un músculo. La práctica de todos los días nos permitirá llegar al parto con un dominio total sobre nuestro aparato muscular.

Nosotros vamos a combinar ambos métodos como forma más rápida de aprender la relajación.