Pero piensen que dentro del útero está el feto y la placenta. Durante su vida intrauterina,el feto no tiene respiración propia sino que lo hace a través de la placenta: ésta representa el verdadero pulmón del feto. Cada contracción uterina exprime la placenta, como nosotros exprimimos una esponja llena de agua. En cierta medida esto favorece la circulación de la sangre de la placenta al feto y del feto a la placenta. El feto tiene mecanismos propios que le aseguran el aporte de oxígeno suficiente mientras dura una contracción normal. Pero si las contracciones son patológicas, es decir, que se hacen muy frecuentes o muy largas, el feto puede sufrir. El tétanos uterino que es muy doloroso para la madre, es a la vez peligroso para el feto. Hay que evitar esta situación. De manera que cuando ustedes perciban una contracción uterina, tendrán desde ahora dos importantes motivos para asociarla inmediatamente al aumento del ritmo respiratorio: lº) evitar el sufrimiento fetal; 2º) evitar el sufrimiento muscular, vale decir, el dolor. En una palabra: ustedes van a actuar conscientemente, sabiendo que lo que están haciendo tiene un fin útil, en beneficio de ustedes y del feto.
En la segunda etapa, durante la expulsión, ustedes van a realizar la respiración abdominal. Luego que la dilatación está completa, comienza la segunda etapa del parto: el período expulsivo. Tiene por objeto hacer descender al feto y expulsarlo al exterior. Mientras que en la primera etapa, ustedes no tienen una participación activa en el sentido de acelerar o retardar la dilatación, y vuestro trabajo se limita a mantener el mecanismo normal de la contracción, en esta segunda etapa, ustedes van verdaderamente a trabajar. En efecto: van a ayudar a que la expulsión del feto se haga más rápidamente. Esta es para ustedes la verdadera etapa de trabajo del parto. ¿Y cómo van a ayudar? Justamente ahora es cuando van a hacer trabajar el diafragma y a los músculos de la pared del vientre, tal como lo han aprendido durante los ejercicios de respiración abdominal. Dijimos que el diafragma estaba por arriba, envolviendo el fondo del útero, mientras que los músculos de la pared del vientre lo rodean por delante y a los lados. Cuando, durante el período expulsivo, ustedes perciban una contracción uterina, que va a traerles aparejado una sensación especial, el deseo de pujar, harán una inspiración profunda, de tipo abdominal. El diafragma, entonces, se va a contraer
y descendiendo, se va a apoyar sobre el fondo del útero, empujando hacia abajo. Es como si ustedes cuando quieren sacar un objeto contenido en una bolsa, para vaciarla más pronto, apretaran el fondo de la bolsa que está con la boca hacia abajo. En este momento, bajo la acción de la fuerza ejercida desde arriba por el diafragma, los músculos de la pared del vientre se levantan como un elástico. Entonces ustedes retienen el aire en los pulmones, es decir, mantienen al diafragma bien apoyado sobre él útero y en un segundo tiempo, hacen contraer los músculos de la pared del vientre, sin echar el aire de los pulmones. La presión que desarrollan estos músculos, por delante y a los lados del útero, está anulada hacia arriba por la contracción del diafragma y hacia atrás por la presencia de la columna. Esto se traduce, de acuerdo a un principio de física, en una fuerza que actúa también hacia abajo. En una palabra: ustedes suman a la fuerza de la contracción uterina, la fuerza del difragma y de los músculos abdominales. Van así a realizar un trabajo, a veces muy intenso. No deben confundir "parto sin dolor" con "parto sin esfuerzo". Hay que hacer fuerza y mucha fuerza. Pero hay una gran diferencia entre la forma que trabajaban antes las señoras y la forma en que van a trabajar ustedes ahora. Anteriormente, nos limitábamos a decirle a la señora "haga fuerza"; pero nadie le había enseñado cómo hacerlo, ni en qué momento. Y las señoras hacían fuerza con la cabeza, con la nuca, con los brazos, con las piernas, etc. Todos los músculos del cuerpo contraídos participaban en el trabajo de parto, en un trabajo enorme, agotador, pero ineficaz. Era un trabajo inútil porque no tenía ninguna acción sobre el útero. En cambio ustedes, cuando llegue el momento van a hacer fuerza, pero una fuerza inteligente, dirigida, haciendo actuar solamente aquellos músculos que rodean y ayudan al útero en el momento de la expulsión. Estas dos maneras tan diferentes de trabajar entre una señora "no preparada" y otra "preparada", podría compararse al trabajo de dos obreros: uno, que desconoce el funcionamiento y el mecanismo de un motor y otro que lo conoce. Supongamos que los dos son capaces de desarmar y armar la máquina. Pero mientras el segundo lo hace ordenadamente, con un plan preestablecido, lo que le reporta un ahorro muy grande de energía y tiempo, el primero lo hace sin plan alguno; realiza un trabajo más largo y fatigoso.
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