Las bases fisiológicas fundamentales sobre las cuales se asienta el método son los estudios de Pavlov y su escuela, que demostraron:
1- La corteza cerebral, como todo el sistema nervioso, reacciona por mecanismos reflejos.
2- El reflejo cortical es un reflejo adquirido, cambiante, que puede borrarse y recuperarse. La posibilidad de formar nuevos reflejos es infinita. Son estos reflejos condiciona-dos, así llamados por Pavlov, los que le permiten al hombre adaptarse al medio que lo rodea. Ellos pueden formarse por señales externas, señales internas y fundamentalmente por la palabra. Pavlov dividía las señales que podían actuar sobre el cerebro en dos grandes sistemas: el primer sistema de señales a punto de partida de excitantes externos o internos; el segundó sistema de señales al cual le daba mucha importancia, constituido por el LENGUAJE. La palabra representa la traducción de una realidad material. La vinculación entre la palabra y el objeto que ella designa, y que representa el excitante absoluto, es lo que la escuela soviética llama una "estructura dinámica". La palabra señaliza una realidad objetiva. Pero la palabra puede transformarse para el hombre en un excitante condicionado. Pero es un excitante de un carácter especial. Su acción es independiente de la experiencia personal del sujeto. El hombre no tiene necesidad de sentir el dolor sino que se le puede transmitir a través de la palabra la noción del mismo y reconocerlo antes de haberlo sufrido. Para crear un reflejo condicionado a la luz o a la campana es necesario repetir la experiencia muchas veces. No sucede lo mismo con la palabra. Este segundo sistema de señales, '7a señal de la señal" como la llama Pavlov, no puede comprenderse sin la existencia del primero, es decir, sin el objeto, pero prevalece sobre éste y constituye el regulador de la conducta del hombre.
Gran cantidad de reflejos condicionados se han ido formando y desarrollando en el hombre a través del tiempo. Ello constituye la base de la educación. La educación es la adquisición y la suma de nuevos reflejos condicionados. La palabra puede sustituir tanto un excitante externo como interno. Los médicos que practican la hipnosis saben que ella puede, por ejemplo, modificar la secreción gástrica de un sujeto hipnotizado, según el tipo de comida que se le sugiere, constatado esto por la introducción de una sonda en el estómago que recoge el jugo gástrico y que muestra que éste es diferente con cada comida que se le sugiere. Estos hechos se comprenden bien después de los trabajos de la escuela de Bikov, es decir, sobre relaciones cortico-viscerales. Por ejemplo, Arapetian realiza la siguiente experiencia: llenaba la vejiga de un hombre hasta provocar la necesidad de orinar; el sujeto veía el manómetro que marcaba la presión del agua; a la vez se repetía en voz alta la cifra que indicaba la presión cuando aparecía la sensación de orinar. Al cabo de un tiempo, bastaba que viera la cifra marcada en el manómetro o que se dijera ésta en voz alta, independiente de la cantidad de agua que había pasado, para que el sujeto sintiera necesidad de orinar, a veces con pequeñas cantidades de agua, que normalmente no producirían esa sensación.Pero la palabra no sólo señaliza cosas concretas. Ella puede transmitir estados emocionales, imágenes abstractas. Por la palabra podemos contagiar estados emocionales opuestos como la alegría o la tristeza, la ira o la tranquilidad. Por la palabra podemos hacer aparecer o desaparecer un dolor, hecho muy importante en la comprensión del empleo de la psico-profilaxis en los dolores del parto. En ese sentido es muy demostrativa la experiencia de Rogov y Pchonick, en el laboratorio de Bikok, al transformar una sensación dolorosa en reflejo condicionado vasomotor o a la inversa, un excitante normalmente no doloroso en dolor.
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