Hasta hace poco tiempo se enseñaba que el hombre tenía dos tipos de vida:

— una vida exterior, llamada vida de relación, controlada por el cerebro a través justamente de las informaciones que recibía por los órganos de los sentidos. Así un ruido, una luz, un olor, a través del oído, del ojo o del olfato, le informaban de las distintas circunstancias que enfrentaba y le permitían adaptarse a las mismas;

— una vida interior, la vida de nuestros órganos, vida vegetativa, que era independiente de nuestro cerebro y que estaba regida por un sistema nervioso aparte: el Simpático y Parasimpático. Bien: los discípulos de Pávlov, entre ellos Bikov y su escuela, han demostrado que no es así. El funcionamiento de todos nuestros órganos está regido también por nuestro cerebro, el que está informado de cuál es su estado funcional y que además puede actuar sobre ellos modificando su función. Más adelante les va a resultar más claro este concepto cuando estudiemos justamente cómo funciona el cerebro.

En una palabra: el cerebro es la "central telefónica" a la que llegan todas las "llamadas" y donde se hacen todas las conexiones que nos ponen en comunicación con el mundo exterior o interior.

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