Antes de la era de la anestesia, la hipnosis se empleaba mucho para efectuar pequeña cirugía. Su uso se extendió también a la Obstetricia2.
Desde 1831 datan relatos de partos absolutamente normales y sin el menor signo de sufrimiento de la madre, efectuados bajo la acción hipnótica. El descubrimiento de los anestésicos hizo que su uso fuera abandonándose poco a poco. Después de la primera guerra mundial, (1918), nuevamente la hipnosis fue empleada con gran éxito en algunos países, entre ellos Alemania y la Unión Soviética.
En 1922, en Alemania, se celebró un Congreso para estudiar los efectos beneficiosos que el empleo de la hipnosis prestaba a la parturienta. Era indudable que la mujer hipnotizada tenía su parto absolutamente normal y sin el menor signo de dolor. Si se despertaba antes de la terminación del parto, la parturienta se quejaba de sus dolores durante las contracciones. De lo contrarío, al despertar, manifestaba su asombro al ver a su hijo, de cuyo nacimiento no tenía el menor recuerdo. Quedaba demostrado que no era necesario el sufrimiento de la madre para que el parto se desarrollara normalmente. El hijo nacido bajo el sueño hipnótico era tan normal como el nacido bajo el dolor. Justamente estas son las dos grandes virtudes de la hipnosis:— el parto transcurre normalmente y sin dolor;
— el hijo es absolutamente normal.
Pero la hipnosis tenía algunos inconvenientes que impedían que su aplicación se extendiera:
1) Además del "partero" era necesario la presencia del "hipnotizador".
2) La mujer durante el parto no tenía conciencia de lo que estaba pasando. Ella obedecía las órdenes, pero no participaba activamente en su parto.
Esto explica que a pesar de la eficacia del método, sus beneficios alcanzaran a muy pocas mujeres. Después de 10 años de aplicación de la hipnosis en el parto se llegaba a la siguiente conclusión: el promedio de partos efectuados en esas condiciones durante ese tiempo era UNO por día. De las miles de mujeres que daban a luz diariamente, solo UNA podía beneficiarse con la hipnosis. Por otra parte, la falta de conciencia de la mujer durante el parto, chocaba con ciertos conceptos religiosos que prohibían su empleo.
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