LOS ANESTESICOS Y ANALGESICOS.

No es en base al uso de anestésicos que vamos a borrar el dolor del parto. Durante una época los anestésicos fueron usados frecuentemente para ello. La forma de aplicar el cloroformo, llamado a la reina, deriva justamente de la manera en que fue anestesiada la Reina Victoria en el año 1853, durante el parto. Pero el parto es un proceso muy largo, dura muchas horas. No se puede administrar anestésicos durante tanto tiempo sin poner en peligro la salud de la madre y del hijo. Por eso los anestésicos dejaron de usarse en el parto normal.
En la actualidad tenemos a nuestra disposición una serie de drogas, que calman el dolor del parto. Pero su inconveniente es similar al de los anestésicos: no pueden usarse durante todo el desarrollo del parto sin graves riesgos para la madre y el hijo. Eso no quiere decir que nosotros desechemos totalmente su uso. Puede suceder entonces que aún en algunas de Uds., que han hecho su curso de preparación , por motivos de orden constitucional, tengamos que ayudarlas con algún analgésico. Pero lo que es importante, es que cada vez usamos menos analgésicos. El parto es una caja de sorpresas. Hasta que no se inicia no sabemos cómo va a evolucionar. Uds. deben saber que en él intervienen varios elementos: la pelvis ósea, que constituye el canal por donde va a pasar el feto, empujado por la contracción uterina, que constituye el verdadero motor del parto. Pero también es necesario para que el feto salga al exterior, que el cuello del útero se dilate lo suficiente como para permitir su pasaje. Bien: depende de la mayor o menor resistencia que ese cuello oponga a la dilatación, para que la sensación dolorosa sea más o menos intensa. Hay cuellos que se dejan dilatar más fácilmente que otros. La parturienta preparada es una parturienta tranquila, que se controla bien. Los factores nerviosos, espasmódicos, no se hacen presentes y la dilatación transcurre normalmente. No hay entonces necesidad de calmantes.

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