En la primera clase dijimos que nuestro cerebro estaba informado de todo lo que pasaba en nuestro interior, por las excitaciones que partían de cada órgano, y que a su vez el cerebro era capaz de influir en el funcionamiento de los órganos, modificándolo, alterándolo.
¿De qué manera el cerebro modifica o altera el funcionamiento del útero durante el trabajo de parto? Veamos primero lo que pasa en el útero.
Para que la dilatación se produzca es necesario que mientras que el cuerpo, que es el verdadero motor del parto, se contrae, el cuello se deje dilatar. Es decir: encontramos en un mismo órgano que el cuerpo tiene una actividad diferente del cuello. Esta relación cuerpo—cuello es mantenida por nuestro sistema nervioso. Para que ella se mantenga inalterable durante el trabajo de parto, es necesario que los mecanismos de control funcionen normalmente. Un sistema nervioso agotado, cansado, controla mal y puede provocar modificaciones en la función. Veamos un ejemplo claro. Es habitual que toda persona después de ello. ¿Por qué? Porque si durante la digestión realizamos un esfuerzo, la digestión se hace mal, el estómago funciona mal. Lo mismo pasa con el útero. El trabajo inútil que las señoras no preparadas realizan agota al sistema nervioso y esto repercute sobre la sinergia funcional que debe haber entre el cuerpo y el cuello del útero. Al alterarse esta relación cuerpo—cuello, puede suceder que a cada contracción uterina, el cuello en lugar de dejarse distender, responda con una contracción: es lo que se llama espasmo del cuello del útero. Se vuelve rígido, duro, y el parto se detiene. Por otra parte es este uno de los factores que favorece la aparición del dolor, dado que representará desde ese momento una resistencia que se opone al progreso de la dilatación. Justamente esto es lo que a menudo vemos en personas nerviosas, descontroladas, excitadas. Ustedes habrán sentido decir muchas veces: "no se le hizo la dilatación".
¿Cómo van a contribuir ustedes para mantener esta armonía funcional del cuerpo y el cuello del útero? En la clase anterior hablábamos del aporte de oxígeno para mantener la contracción dentro de los límites normales. Hoy hablaremos del ahorro de oxígeno y de energías. ¿Cómo se logra este ahorro? Pues asociando a cada contracción uterina una relajación total de todos los músculos esqueléticos. Un músculo en reposo no consume ni glucosa ni oxígeno. Pero el reposo del músculo significa también reposo de todo el aparato nervioso que lo dirige y en especial de la corteza cerebral.
Un cerebro "no cansado" controla mejor e influye favorablemente sobre la función de los órganos que controla. Por tanto: cada vez que ustedes perciban la contracción uterina, pondrán todos los músculos esqueléticos en reposo, en estado de relajación. Vale decir: vamos a aprovechar el carácter de todos estos músculos de ser dirigibles, educables. para ponerlos al servicio del parto, ahorrando energías. La madre llegará al período expulsivo con todas sus energías, para poder trabajar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario